miércoles, 4 de marzo de 2009

Fábrica sin patrón


Roberto Carlos Dos Santos, comenzó militando en los barrios. Es hoy uno de los encargados de la “Cooperativa 17 de Octubre”. Cuenta los difíciles comienzos, las desavenencias y las esperanzas de este proyecto que desarrolla junto a más de quince compañeros.
¿Cómo fueron los inicios?
-Fue el 25 de abril del 2003. Las cooperativas arrancan todas iguales, cuando no había trabajo. En un primer momento éramos 25 compañeros, de los cuales algunos se fueron yendo a lo largo del tiempo porque les salieron mejores posibilidades. Hacemos un convenio con el Ministerio de Educación para arreglar mesas y sillas de escuelas, o sea renovarlas: lijarlas, pintarlas, etc. Luego, en el 2007, comenzamos con la inyección de plástico. Hacemos asiento, respaldo y mesa, que luego las arman en otro galp{on de 520 y 25.
¿Cómo te acercaste personalmente?
-Milité un tiempo corto en el PQR-Peronismo Que Resiste- y después se formó el MTD-Evita, de los que seríamos 50 personas y después nos fusionamos con la agrupación 20 de Febrero y ahí se comienza a crecer. Finalmente cuando se suman otros sectores, recién pasamos a ser el “Movimiento Evita”. La idea que teníamos con los compañeros era hacer una cooperativa de agua, pero no salía nunca, al final salió está idea y emprendimos sin dudarlo con la inyección de plástico.
¿Específicamente que tipo de militancia tenían antes de comenzar con la cooperativa?
-Barrial. No teníamos la estructura para abrir o mantener comedores. Empezamos centralmente en Colonia Urquiza. Éramos la mayoría jóvenes, había gente grande pero poca. Venían de Altos de San Lorenzo, de Romero, de Colonia, Abasto, Malvinas.
¿Cómo se enfrentaron a ese contexto socio-político? ¿Estaba difícil?
No se sí estaba más difícil. Siempre decimos que es más fácil tirar piedras que cambiar verdaderamente la realidad, es decir construir: para que la gente trabaje, para que los pibes salgan de las drogas, para que se vuelva a tener la cultura del trabajo.
¿Cómo fueron los inicios en la cooperativa?
Costó muchísimo. Nosotros estabamos acá como los indios, con un taparrabos (risas…) teníamos un martillo y un cortafierro, cuatro lijas y hasta ahí nomás. Arrancamos para ver qué salía de eso. Después salieron los convenios con el plástico y, recién ahí, mejoramos la infraestructura, la electricidad, el gas, el agua, maquinarias nuevas.
¿Y con la falta de cultura del trabajo? ¿Se capacitaron?
Había chicos que nunca habían agarrado un martillo, y hoy están manejando una tecnología. En cuanto a la capacitación fue más que nada la práctica, el día a día, tuvimos algunos teóricos. También hicimos tres aulas y hoy funciona la Escuela de Artes y Oficios, para eso pedimos la extensión horaria a la Escuela Formación Profesional de Romero y en la actualidad tenemos cinco o seis cursos.
¿De la nada prácticamente?
Sí, hoy los trabajadores tienen un sueldo digno, les enseñamos a leer y a escribir, para que sepan lo que vale su dinero. Hay compañeros que se han matriculado, con diplomas del Ministerio de Educación y el día de mañana pueden ejercer esa profesión.
¿Qué crees que le estaría faltando a la cooperativa?
La idea es incorporar más compañeros, pero por ahora no nos da el dinero. Para un futuro tenemos pensado capitalizarnos nosotros, poder comprar una máquina inyectora y hacer algo…no sé…cucharas de helado, por ejemplo. Sabemos que es muy difícil competir en el mercado.
¿Qué enseñanza les deja el trabajo cooperativo?
El sólo hecho de no tener un patrón, hacia que los pibes se pierdan. O que piensen que no se podía, que todo iba a ser un fracaso y que no se podía ir para adelante. Fue muy complicado porque era muy difícil encontrar compañeros con la cultura del trabajo: venían de padres desocupados, acostumbrados a “changuear”; ni hablar de cumplir horarios. Pero se avanzó muchísimo, compañeros que hoy están al frente de la cooperativa y que en la actualidad están a cargo de un turno y lo manejan muy bien, con mucha responsabilidad.
¿Cuáles son las claves?
Organización y responsabilidad, esas dos principalmente.

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